Image: Simios y apóstoles

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Opinión

Simios y apóstoles

Por Juan BonillaVer todos los artículos de la 'Simios y apóstoles'

28 mayo, 2010 02:00

Juan Bonilla


Belén Esteban ganó el programa de baile, a pesar de que es muy desagradable verla bailar. No he visto que se le dé importancia al hecho en las columnas de opinión. Ganó porque el público la votó, a pesar de lo muy patético de sus actuaciones y de las broncas que le echaba el jurado. Ganó, porque sus partidarios se la tomaban en serio, y se gastaron dinero en llamar para que ganara, mientras que la gente sensata que obviamente sabía que el concurso debía haberlo ganado Edurne, no iba a gastarse un céntimo en subrayar una obviedad y entrar en el juego patético que se escenificaba ante las cámaras. Pero eso mismo ha pasado tantas veces antes -en el Turner, por ejemplo, la cama deshecha de Steve McQueen- y volverá a pasar: sólo que en el mundo del arte, el que parece tener mal gusto es el jurado, no el público. Lo que hubiera sido muy refrescante en este caso, que el jurado apoyase a la patosa, y el público impusiera su sensatez. Pero cómo esperar eso de un monstruo que, según cuenta la leyenda, cuando tuvo ocasión de liberar a Cristo, prefirió que aquel concurso de baile lo ganara Barrabás.