Agustín Fernández Mallo

Hablemos de independencia real. En 2003 Eduardo Moga nos deslumbró con Las horas y los labios (DVD) -en mi opinión, uno de los mejores poemarios de la década-, y vuelve a deslumbrarnos con su recién publicado Bajo la piel, los días (Calambur), extensos poemas en prosa que, dentro de un estilo high muy cuidado y con pasajes de una lucidez cristalina, funden el diario de viajes, lo meditativo, lo científico, el rescate de lo anodino, el humor, la digresión, los viajes físicos y la elucubración surreal; podría decirse que cuajan Ezra Pound, Valente, Bukoswski y Ulises de Joyce en un mismo recipiente. Lo interesante es cómo todo ese andamiaje, complejo y explícito, da lugar a un tipo de poema distinto al que estamos acostumbrados a leer; un libro que no abreva de las fuentes de lo "poéticamente correcto" siendo, por paradoja, correctísimo poéticamente; interesante cuadratura de algún desconocido círculo. En el sistema literario es hoy dificilísimo mantener esa independencia creativa respecto a los gustos del mercado, escribir un libro cuyo género no pueda ser catalogado. En mi opinión, ésa es la cuestión.