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Opinión

Ni hablar

Por Marta SanzVer todos los artículos de 'Ni hablar'

24 septiembre, 2010 02:00

Marta Sanz


Un síntoma de la demagogia cultural consiste en la creencia -dogmática como todas- de que el conocimiento ensucia el disfrute de los textos artísticos. La espontaneidad del buen salvaje parece más proclive a la percepción maravillada del vuelo de la mariposa y el regocijo de las criaturas silvestres consagra la opinión frente al razonamiento.

No se trata de que todo valga, sino de que importa más el balbuceo que un saber del que se sustrae la posibilidad del gozo. El placer se asocia a lo que se hace sin sentir; el esfuerzo es elitista. Se desprecia la resistencia de los materiales, la luz del cuarzo en el núcleo de la piedra. Se le niega al entomólogo -éter y agujas- el deslumbramiento ante la blanca mariposa de la col. Al entomólogo se le niega radicalmente la sensibilidad porque Belén Esteban se la ha quedado toda. El sentido y la sensibilidad se separan por al interposición de un espéculo o de un gato hidráulico.

Así pues, nunca le pregunten a un crítico por una novela; mejor consúltenle sobre la despigmentación de su nalga: le dará un diagnóstico más atinado que cualquier dermatólogo.