Fernando Aramburu
Umberto Eco utiliza en su sexta novela el artificio habitual de emplazar personajes en un contexto histórico. Pueblan el libro hombres que existieron y ahora sostienen la trama novelesca junto con un protagonista inventado al efecto. El
Osservatore Romano criticó severamente la novela, poniendo incluso en cuestión su validez literaria.
La causa: el libro depara una imagen desfavorable de Papas y católicos. Sus páginas frecuentan diversos acontecimientos de los siglos XIX y XX en Europa; pero su motivo principal son los llamados
Protocolos de los sabios de Sión, un pisto de textos plagiados que constituye una burda y malévola mentira para demonizar al pueblo judío. La buena intención de Eco tampoco convenció a la comunidad hebrea italiana. El mismo periódico del Vaticano publicó la reseña de una historiadora judía, disconforme con el tratamiento dado por el novelista a la cuestión peliaguda de los
Protocolos. Aún arden los viejos rescoldos.