Rydley Scott, Jorge Urrutia, Harrison Ford y Ferran Mascarell



Recojo el guante de Fanny Rubio y Jorge Urrutia y me lo calzo con la certeza de que las lenguas, efectivamente, no se defienden solas. Ni solas, ni mal acompañadas: el esquinazo de la Unión Europea en su oficina de patentes (el español, pese a sus 400 millones de hispanohablantes, no figurará entre las tres primeras lenguas, lo cual es un fracaso político, además de lingüístico) es una consecuencia de todas las rendiciones políticas y disputas pueblerinas que nuestro gobierna fomenta. El español no está tan boyante como dicen, ni hablar. En España, desde luego no. Los que saben de esto (profesores de lengua, creadores...) quieren acabar con la desidia.



La pasada semana se reunieron en Zaragoza editoriales y librerías independientes. Parece ser que reinó cierto optimismo, que hubo quien presumió de haber cuadruplicado las ventas del año anterior, pero, en general, la conclusión fue desoladora: "lo que nos faltan son lectores". Se habló también del exceso de devoluciones, pero pocas editoriales mostraron sus vergüenzas aunque en los corrillos se hablase de un sello que ha tenido que bajar el telón porque una gran distribuidora ni le pagó los libros contratados ni los devolvió. Otra víctima del mismo distribuidor denuncia la desaparición de 22.000 ejemplares. Pero no teman: siguen luchando y prometen una primavera letraherida.



James Levine ha anunciado que no continuará al frente de la Sinfónica de Boston por motivos de salud. El anuncio me turba, acostumbrado como estoy a su tradición de dejar los cargos sin previo aviso, como ocurrió en el Metropolitan. La última vez que canceló un concierto en Boston, Rafael Frühbeck, que estaba en Frankfurt, tuvo que sustituirlo en menos de 48 horas. La osadía le valió a Frühbeck el premio Musical America. A Levine (67 años) le sustituirán de momento Marcelo Lehninger, Roberto Abbado y Andris Nelsons. El que mejor aguante su campaña "anti-sucesor" podrá hacerse con la titularidad de la orquesta.



De vez en cuando hay que ponerse puristas. Sobre todo en las cosas del cine, que están más regidas por las reglas del mercado que por las leyes del arte. La pregunta: ¿realmente necesitamos otro Blade Runner? La respuesta es obvia, peor casi treinta años después, la productora norteamericana Alcon Entertainment ha anunciado que ha obtenido los derechos para preparar o bien una secuela o una precuela del clásico de Ridley Scott. ¿Será posible que las cinco versiones existentes del filme no hayan saciado ya las apetencias de sus numerosos fans? ¿Se lo propondrán a Harrison Ford?



Revés para el arte catalán: la Generalitat se ha negado a financiar el Canòdrom, el centro de arte contemporáneo de Barcelona que iba a inaugurarse a finales de 2010. No se entienden, pues, las prisas de Ferran Mascarell por crear una feria como ARCO en Barcelona.