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Opinión

Ni hablar

Por Marta SanzVer todos los artículos de 'Ni hablar'

11 marzo, 2011 01:00

Marta Sanz


Un espectador, deslumbrado ante La pietà, exclama aquello de vivificar la imagen insuflando aliento a la piedra. Miguel Ángel, incómodo en su papel de dios o falsamente humilde, inicia el camino de la desacralización del artista: él sólo ha desenterrado del mármol la figura durmiente.

El carácter blasfemo, a veces revolucionario, del creador-demiurgo, ángel caído y convocante órfico, capaz de convertir el Verbo en Carne, rebrota en el Romanticismo. Actualmente la palabra "creador" produce úlcera, pero aceptamos la expresión "modelo de negocio". Pier Paolo Pasolini dice que, en el arte, lo sagrado ha sido sustituido por el capital. Ahora, cuando creemos vivir en el futuro, seguimos viviendo en esa forma de pasado. Pero maximizada en el plasma del ordenador. Lo sagrado se desplaza hacia el imperativo de la tecnología.

Los mecenas se han muerto e Internet se apropia del rostro de dios: un dios que se alimenta del aire y que aparentemente no engorda su cuenta bancaria. Mientras tanto, los "creadores" rumian "nuevos modelos de negocio" y sólo merecen ese nombre en el caso de ser ricos. Los que no se enriquecen con el fruto de sus vicios solitarios ni de su esfuerzo, los que ni siquiera viven de sus obras -otra palabra grandilocuente,- son pasto de la contradicción: el deseo de una sociedad donde la cultura libre no sea una utopía se opone a la defensa de sus derechos como trabajadores en esta cruda e intocable sociedad de mercado.