¡Basta ya de imposturas! El Brujo podrá lloriquear lo que le de la gana pero su comportamiento en este asunto de la coproducción con el CDN es inaceptable. En este país, cuando alguien quiere hincharse el bolsillo, como ya vimos en el asunto de los derechos de autor de Fuenteovejuna, monta un número satanizando a la gran institución de turno y ondeando la libertad creadora del artista, como si fuera ésta, y no un más que discutible interés propio, lo que se hallara verdaderamente en peligro.



Pero el contrato que El Brujo trata ahora como papel mojado es el mismo que hemos firmado todas las compañías cuando hemos coproducido alguna vez con el CDN (salvo quizá en el caché: los monólogos, por lo visto, le cuestan a este actor lo mismo que a otras empresas hacer espectáculos con grandes repartos. Eso sí que es un milagro evangélico). Dicho contrato, por cierto, no sólo ha beneficiado a todas esas compañías permitiendo acometer la producción y distribución de espectáculos que de otro modo no hubieran podido hacerse, sino que además está redactado así con la loable intención de impedir que la empresa privada se aproveche más de lo estrictamente razonable de los dineros públicos. Bastante difusa está ya esa frontera y bastante se benefician ciertos bolsillos bandoleros para que ahora venga Salaberría a contarnos con mandíbula de cemento que es el teatro público el que "impide la difusión de lo que pagamos todos". Por lo demás, ¿es que no saben leer? Porque el modelo de contrato, que conozco bien, es transparente. A no ser, claro, que siguiendo una tradición más española que la de los entremeses esperasen que se hiciera con ellos algún tipo de excepción.