Image: El culo

Image: El culo

Opinión

El culo

Por Ignacio García MayVer todos los artículos de 'Portulanos'

24 junio, 2011 02:00

Ignacio García May


Hay una secuencia magnífica en la primera película de Austin Powers en la que el Doctor Maligno, recién devuelto a la vida tras cuatro décadas de criogenización, reúne a sus secuaces con el fin de explicarles los planes para conquistar el mundo que ha estado pergeñando. Resulta que el patético supervillano lleva tanto tiempo fuera de circulación que tanto sus proyectos criminales como sus maléficos inventos, diseñados en los sesenta, han quedado obsoletos cuarenta años después. Pero la máxima humillación llega cuando el doctor comprende que la actividad legal de cualquier corporación internacional, como la que da cobertura a sus propias actividades, genera infinitamente más dinero que el que él pueda pedir como producto de sus raterías. Pienso en el rancio (y a pesar de todo entrañable) Doctor Maligno cuando leo alguna noticia sobre espectáculos que se presentan como escandalosos e iconoclastas. ¡Pero si ya no queda nada que romper! A estas alturas de siglo el arte se parece a un bar de carretera tejana después de que pasara por allí Steven Segal, de modo que los espectáculos rompedores son tan modernos como el teatro en blanco y negro. Aún así, todavía hay "creadores" que insisten: el último del que he tenido noticia es un tal Dave St Pierre que, por lo visto, invade con sus bailarines el patio de butacas para ponerle las nalgas al respetable en las narices. Personalmente creo que si un performer le coloca el culo en la cara a un espectador éste adquiere automáticamente el derecho a pateárselo y así la cosa se transforma en una experiencia auténticamente interactiva, como se dice ahora. Sigue siendo igual de antigua, vaya, pero por lo menos el espectador también se divierte.