Juan Bonilla, Jonathan Franzen, Lluis Pasqueal y Enrique Vila-Matas.

Los popes literarios le consideran el mejor escritor del mundo. Ha vendido millones de libros, y el último, Freedom, traducido ya a treinta idiomas, ha dejado boquiabierto a todo bicho lector. (En España lo va a publicar Salamandra en octubre). Ha sido portada del Time. Su agenda es estresante, todo el mundo lo requiere, pero... sigue siendo autor y, como tal, no acepta fácilmente las críticas. (¡Ay los escritores y las críticas, cuánto que contar!). Hablo naturalmente de Jonathan Franzen que en la última Feria de Frankfurt, vió de lejos a Sigrid Kraus, su editora en español, y a paso veloz se acercó y le espetó furioso, sin saludo previo: "¿Quién es Juan Bonilla?". Bonilla había escrito hacía un par de meses un artículo en El Mundo, digamos que no elogioso sobre el personaje. Se lo pasaron y le enfadó profundamente. ¿Quién era ese tipo que osaba contradecir al mundo entero?

Afalta de un Homero que cante sus gestas, esos héroes postmodernos que son los futbolistas del Barcelona sí tienen quienes les escriban. Son muchos, con mucho cuento también: el próximo otoño aparece Los cuentos del Barsa (Alfaguara), con relatos de Enrique Vila-Matas, Sergi Pàmies, Juan Villoro, Juan Gabriel Vásquez, Màrius Serra, Jordi Puntí, Jordi Soler, David Trueba, Gonzalo Suárez, John Carlin y Santiago Segurola, entre otros. Lo único que echo de menos es la presencia de un anticulé, para compensar (no sé, Javier Marías, quizá), o de un Valdano, enfermo desde siempre de literatura.

Ya se van conociendo las programaciones de los teatros públicos. Por ejemplo, en el Lliure Lluís Pasqual da cancha a los artistas made in Barcelona, con alguna invitación foránea (Sanzol y García May). La sorpresa llega al final de la temporada con Boadella. Quién lo iba a decir de estos dos. Y recuerdo, claro, que el director de Els Joglars programó en Madrid su exitosa Esta noche... zarzuela y, en correspondencia, barrunto yo, el Lliure recibe ahora su magnífico Amadeu con un impresionante Toni Comas. De obligada asistencia.

Desde su más que estimable debut con Torremolinos 73, había perdido la pista de Pablo Berger. Y de eso hace ya ocho años. Me entero que ya ha empezado el rodaje de Blancanieves, un proyecto kamikaze, una película en blanco y negro y completamente muda, con la que quiere recuperar las sensaciones del cine silente. Con intertítulos y la música de Alberto Iglesias como única fuente sonora, Berger sitúa el cuento de los hermanos Grimm en la España de los años 20, con Maribel Verdú ejerciendo de madrastra. La idea, en la que Berger lleva años trabajando, es muy audaz. Lástima que en el pasado Festival de Cannes compitiera (y con éxito) la película The Artist, de Michael Hanazavicius, otra propuesta de cine mudo contemporáneo.l

P. D.: Me cuentan que la traca final de Mortier en el Madrid Arena es un auténtico milagro. Lo leerán.