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Salvajes
Por Juan Palomo Participe en el blog de Juan Palomo
22 julio, 2011 02:00Julián Schnabel, Albert Boadella, Roman Polanski y Arturo Ripstein
Polanski también vuelve. Tras sus problemas con la justicia estrenará después del verano Un dios salvaje, la obra teatral de Yasmina Reza que ya conocen porque se estrenó en España dirigida por Tanzim Towsend y protagonizada por Aitana Sánchez Gijón y Maribel Verdú. La versión cinematográfica de Polanski la encarnan Jodie Foster y Kate Winslet. En la coproducción participa el ubicuo Jaume Roures. También vuelve, tras cinco años de silencio, el mexicano Arturo Ripstein, que ha confirmado su presencia en competición en el Festival de San Sebastián con Razones del corazón, un valiente filme en blanco y negro.
Si les abruma la avalancha cotidiana de novelas históricas que colonizan las librerías con sus lomos robustos, sepan que no es cosa de ahora. Ya en 1850 el poeta italiano Alessandro Manzoni cargó contra el género en el libro/panfleto Alegato contra la novela histórica, que con buen tino La Uña Rota acaba de publicar. Lo que inviste de actualidad al Alegato -además de su hastío ante la sobreproducción de los bestselleros de la época, los Walter Scott o Alejandro Dumas- es su labor de demolición de la mixtura de historia y ficción que define al género. Decía Manzoni: "Un gran poeta y un gran historiador pueden unirse, sin crear confusión en el mismo hombre, pero no en la misma obra".
No puedo imaginar las consecuencias que en las víctimas (más de 9.000 estudiantes) tendrá la estafa, pero me confirman que el responsable ya está entre rejas. A I.R.W, responsable del concurso "Jóvenes escritores", que ganó cerca de 200.000 euros, la broma va a costarle (ojalá) cara. El supuesto editor visitó más de 1.400 colegios, organizó concursos literarios en la red, propuso la edición de los mejores relatos en libros que financiaron los padres, y se largó. Cuando fue detenido, el tipo planeaba ampliar el negocio en Francia, Italia y Alemania, pero del dinero y los sueños perdidos, no sabe, ay, no contesta.
Querida compañera, querido compañero... Rubalcaba encabezaba así la carta a los militantes de su partido. ¿Tu quoque, candidato? ¿Acaso dice el Instituto Cervantes que no se puede decir queridos compañeros? A ver si la RAE se moja y nos lo aclara.