Ni hablar
Por Marta SanzVer todos los artículos de 'Ni hablar'
29 julio, 2011 02:00Marta Sanz
En la época de la destrucción de las Humanidades, uno se ve forzado a opinar de lo que ignora y la razón se deduce de la cuenta de la vieja. La opinión fluye a través de un resorte -el muñeco sale de la caja impulsado por un muelle, qué susto-, funciona por mímesis y es anterior a la acción de pensar. La suma de opiniones convertida en porcentajes mercadotecnia pura: no indaga sobre las carencias reales del mercado, sino que es un procedimiento a posteriori para mantenerlo cautivo y crear la necesidad de poseer. En este amasijo entre interactividad, tele-tienda y libertad; en este sentirse cargado de razón sin tener ninguna; en este retorno monstruoso de la doxa platónica, deberíamos procurar no caer en tentaciones elitistas: negar orteguianamente la razón físico-matemática, practicar la cursilería autoritaria de lo sentimental, pensar que la masa siempre se confunde y es temible, abogar por la cultura aristocrática y el voto censitario. Sobre esta cuerda tensa -se llama respeto- resulta difícil mantener el equilibrio, pero tenemos la obligación política de congelar la figura sobre el alambre.