Fernando Aramburu



Son los chispas de la programación. Se definen como una comunidad de expertos habituados a compartir cuanto saben y descubren. Sin ellos no existiría Internet. A veces la ignorancia les reprocha que se entretengan introduciéndose ilegalmente en ordenadores ajenos. No es lo suyo, dicen. Lo suyo es construir. La destrucción, el hurgamiento en el correo electrónico de la gente y otras granujerías cibernéticas son obra de crackers, a los que menosprecian. Los hackers solucionan problemas, crean novedades, exponen los resultados. Lo hacen en lengua inglesa, ya que su domicilio es el mundo. Se proclaman antiautoritarios y como tales actúan, hostiles a la censura, el secretismo y cualesquiera arbitrios abusivos del poder. Al modo de las antiguas órdenes de caballeros, ninguno puede considerarse hacker en tanto no haya sido aceptado como tal por los de más prestigio. Juego, trabajo, ciencia, arte son, desde su punto de vista, términos sinónimos.