Arcadi Espada
En los últimos meses he leído argumentos de Susan Blackmore, Sam Harris, Anthony R. Cashmore, David Eagleman, John-Dylan Haynes y de algún otro. Todos hablando del asunto. El asunto ya no es el sexo, a lo Barnes. Es la libertad, y es igualmente excitante. Ahora acaba de publicarse la que parece una pieza central, obra del neurocientífico Michael Gazzaniga, cuyo título provoca una inmediata segregación: ¿Quién es culpable? El libre albedrío y la ciencia del cerebro. El culpable es la clave, en efecto. Cuando apenas hemos vislumbrado la posibilidad de construir una sociedad sin dios, emerge otra donde tiembla el concepto de responsabilidad individual. Una sociedad, en fin, que se pregunta atónita si, dado que el Yo ha muerto, todo está permitido.