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Opinión

Solito en la vida

Por Arcadi EspadaVer todos los artículos de 'Solito en la vida'

2 diciembre, 2011 01:00

Arcadi Espada


Hace unas semanas los filósofos Julian Baggini y Patricia Churchland se encerraron en una habitación del madrileño hotel de las Letras y estuvieron más de dos horas con los codos clavados sobre la mesa hablando sobre el libre albedrío. Al acabar, la señora Churchland parecía fresca como una rosa, pero el que hacía las preguntas, Baggini, no se tenía en pie. Al día siguiente confesaba que había dormido mal, y que parte de la culpa la había tenido su intenso albedrío con Churchland. Baggini está trabajando en un libro de conversaciones sobre el asunto, en la estela de Lo que piensan los filósofos, su última obra traducida al español. No sé cómo acabará nuestro hombre. Yo me dedico con menor frecuencia y temo sus estragos.

En los últimos meses he leído argumentos de Susan Blackmore, Sam Harris, Anthony R. Cashmore, David Eagleman, John-Dylan Haynes y de algún otro. Todos hablando del asunto. El asunto ya no es el sexo, a lo Barnes. Es la libertad, y es igualmente excitante. Ahora acaba de publicarse la que parece una pieza central, obra del neurocientífico Michael Gazzaniga, cuyo título provoca una inmediata segregación: ¿Quién es culpable? El libre albedrío y la ciencia del cerebro. El culpable es la clave, en efecto. Cuando apenas hemos vislumbrado la posibilidad de construir una sociedad sin dios, emerge otra donde tiembla el concepto de responsabilidad individual. Una sociedad, en fin, que se pregunta atónita si, dado que el Yo ha muerto, todo está permitido.