Borradores
Por Juan Palomo Participe en el blog de Juan Palomo
13 enero, 2012 01:00Don Delillo, Antón Castro, Paul Auster y Daniel Barenboim
Nuestras librerías van a tener este año acento yanqui: para empezar, Seix Barral recupera a finales de enero Fascinación, de Don DeLillo, mientras que en febrero Mondadori lanza El Sunset Limited, de Cormac McCarthy, un breve diálogo, "conmovedor y violento", entre un profesor blanco desesperado y un negro marcado por la cárcel y las drogas pero lleno de fe. Y también en febrero llega el Diario de invierno de Paul Auster (Anagrama), en el que el neoyorquino, antes idolatrado, evoca su descubrimiento del sexo,sus ataques de pánico o la herida del tiempo. ¡Qué gula lectora!
Durante cinco años ha pasado por su plató parte de la excelencia cultural de nuestros días. De aquí y de allá, escritores y pintores, cineastas, músicos, dramaturgos, editores y filósofos han convertido el programa Borradores de Aragón TV, presentado por Antón Castro, en un espacio de libertad, en un modélico ejemplo de información y reflexión. Pues bien, pese a ser el único programa cultural en la parrilla y uno de los mejores de nuestro pobre país, pese a su bajo presupuesto y alto talento, la autoridad competente ha decidido su suspensión. ¿Es que nadie se da cuenta de que en unos años vamos a ser mucho más pobres aún? La pobreza de espíritu dura toda la vida.
El maestro Antonio Pappano, titular de la Royal Opera House londinense, acaba de ser nombrado Caballero de la Orden del Imperio Británico por Isabel II. Ingresa así en el club de los "sir-batutas", junto a John Eliot Gardiner, Neville Marriner y Roger Norrington. También Daniel Barenboim ha sido investido caballero, pero al no ser británico no podrá añadir el título de honor a su nombre. Tendrá derecho, eso sí, a usar las siglas KBE (Caballero del Imperio Británico) en su correspondencia. Sir o no sir, ésa es la cuestión.
Cahiers du cinéma. España desaparece y en su lugar nace Caimán. Cuadernos de cine (misma revista, mismo equipo, otra cabecera) ¿Motivos? Las exigencias inaceptables de Phaidon, dueña de la marca.