Image: Ctrl+alt+supr

Image: Ctrl+alt+supr

Opinión

Ctrl+alt+supr

Por Agustín Fernández MalloVer todos los artículos de 'Ctrl+Alt+Supr'

24 febrero, 2012 01:00

Agustín Fernández Mallo

Érase una vez que los productos culturales venían conducidos por la carencia. Las posibilidades técnicas de la época así lo imponían; un fatum tecnológico. Acaba de hacerse un descubrimiento espectacular: el hispanista Jorge Ledo y su colega holandés Harm den Boer, han hallado en la biblioteca de la Sinagoga Portuguesa de Ámsterdam la primera traducción al español de Elogio de la locura, datada en el siglo XVII. Se sospechaba que su existencia era un mito, y más si tenemos en cuenta que Erasmo fue uno de los autores más perseguidos y censurados por la Inquisición. En torno al hallazgo tenemos trama, peripecia, momentos detectivescos, toda una historia filmable o narrable, la metahistoria del Elogio de la locura. Todo esto, hoy, peliculeros que somos, nos parece fascinante, pero es el resultado de una cultura de la carencia, sin medios necesarios para expandirse, así como de una de las censuras más brutales dadas en Occidente, la Inquisición.

Hoy las cosas han cambiado, casi. La cultura de la precariedad ya no existe, todo lo contrario, los productos culturales de calidad crecen exponencialmente y se difunden gracias a las tecnologías; sin embargo determinados poderes y guardianes de la platónica llama de la obra como pieza única, quieren hacernos creer, vía moralinas, que la precariedad aún existe con argumentos que son pura metafísica política. Hay ocurrido un cambio antropológico: la obra creada en un contexto de abundancia. Desde aquí le decimos al viejo mundo: bye, bye.