Image: Los preciosos ridículos

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Opinión

Los preciosos ridículos

Por Juan Palomo Participe en el blog de Juan Palomo

23 marzo, 2012 01:00

Mario Vargas Llosa, J.L. Arsuaga, Pina Bausch y Verónica Forqué


El aire que desprende La civilización del espectáculo, lo último de Vargas Llosa, ya en capilla, lo hemos respirado intensamente en los artículos semanales del escritor (con los que apuntala el libro) y en las muchas entrevistas que ha concedido en tiempos recientes. Es su penúltima obsesión: la metamorfosis experimentada en estos años por lo que llamamos cultura. Para Vargas Llosa, cada vez más descreído y melancólico, no hay vuelta de hoja: el cambio habido ha sido a peor, a un peor rotundo, que ha llegado hasta aquí después de pasar por lo light, lo banal, lo entretenido y lo digital. Y explica, claro, su porqué. No defraudará, seguro, ni a entusiastas ni a detractores.

La ciencia no puede esperar más. En una Carta dirigida a Rajoy, 23.500 científicos (al cierre de esta edición) entre los que se encuentran Arsuaga o Cirac, reclaman no recortar las inversiones en I+D+i pues implicaría "el mantenimiento de un modelo económico obsoleto". Y no se quedan ahí. Piden que sea un "sector prioritario" para evitar una fuga de cerebros. Las revistas de referencia lo advierten: Science considera que los científicos españoles están en un"limbo" y Nature califica de "suicidio" la deriva de nuestros laboratorios.

Hasta finales del mes de abril no conoceremos en detalle el extensísimo programa que prepara el equipo de Ruth Mackenzie para las Olimpiadas Culturales de Londres, pero ya avisan que será más voluminoso que el del Festival Fringe de Edimburgo. O sea, una biblia. Sí ha trascendido que los teatros Sadler Wells y Barbican van a representar diez de las coreografías que Pina Bausch montó con su compañía inspirada en su experiencia en varias ciudades. Una de las costumbres de Bausch cuando llegaba a una ciudad que le gustaba, lo hizo en Madrid, era quedarse un tiempo para conocer a los artistas oriundos.

Los cachorros de la pijoprogresía (el hijo de Manuel Rivas, las sobrinas de Ana Belén la hija de Ouka Lele, la de Verónica Forqué) se han convertido en los nuevos preciosos ridículos. Y no tienen la culpa: cuando confiesan que para ellos el equivalente a la magdalena de Proust es el bolso de 3.000 euros de mamá, confirman que son más honestos que sus mayores: sin hipocresías ni banderas, dicen lo que han visto, no lo que han oído proclamar (justicia, igualdad) toda su vida.

Si ha quedado claro que es la Unión Europea la que rige los destinos económicos de los países europeos, entonces los cineastas españoles deberían respirar tranquilos. Si leen el borrador "Comunicación Cine 2012", que una vez elevado a ley será vinculante para todos los países miembros, comprobarán que la UE es la primera en reconocer "la necesidad de destinar fondos públicos" a la creación cinematográfica. Pasan las semanas, sin embargo, y las amenazas de una Ley de Mecenazgo vertidas por Wert tienen a la industria paralizada. ¿Se pronunciará desde el ICAA Susana de la Sierra?