Ignacio García May



Finalmente se marcha Mario Gas. Tanto el director como el Ayuntamiento hubieran querido solventar la cuestión a la española, esto es, sin dar explicaciones a la ciudadanía de cómo y por qué se manejan tan mal los caudales públicos, pero, como la noticia se filtró, no pudo ser; y eso les ha obligado a darse prisita en negociar la salida. Pero como estamos en el país donde a cada chapuza le sigue otra peor, resulta que inmediatamente después han nombrado como "Director de Programación de Artes Escénicas" (¡Toma ya!) a un tío llamado Natalio Grueso que cree que el problema del teatro madrileño se soluciona internacionalizando la programación. O sea, trayendo a Woody Allen, Kevin Spacey y gente de ésta para que nos enseñen cómo se hacen las cosas. A las compañías locales no, pero a esos seguro que les abonan enseguida las facturas.



Se me ocurre que, dado que nuestros políticos son muy mediocres (el que no es un corrupto es un incompetente o un ignorante) podríamos hacer con ellos lo mismo: traernos a los de fuera para que hagan su trabajo a precio triple. No es que los políticos extranjeros sean mucho mejores, pero oye, tampoco son mejores los espectáculos de fuera que los nuestros. Y si de exotismo se trata, Obama es mucho más exótico que Ana Botella, dónde va a parar. De paso también podríamos traernos de fuera los gestores culturales. Eso sin duda afectaría al actual "Director de Programación". Porque alguien que va presumiendo de agenda y que se llama como un personaje de Bruguera (Natalio, gestor cultural, al que nada le sale mal) es, sin duda, muy español. Por tanto, su puesto peligra.