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Opinión

Carne al aire

Por Fernando Aramburu- Lea la crítica de El ocaso del pudor

20 julio, 2012 02:00

Fernando Aramburu


La circunstancia de que el aparato genital externo, las protuberancias mamarias o el canalillo de las nalgas sean considerados zonas íntimas es apenas una convención social. Los indígenas de la Amazonia, admirablemente, no entienden ni jota de todo esto. En cambio, para los talibanes y para tantos otros hijos de Alá no hay centímetro cuadrado de piel femenina que no sea punible desnudez. El pudor impuesto equivale a una cadena pesada. También nuestras abuelas vistieron cárceles de tela. Hay un atisbo de simpleza en el aserto de que las mujeres occidentales se han liberado porque lo enseñan todo, si bien la superación progresiva del pudor impuesto implica un logro notable en sus legítimas aspiraciones de emancipación. Pero la impudicia extrema también sojuzga. Hoy ciertas formas de exhibición corporal sostienen el negocio de la cirugía plástica, cumplen atávicas expectativas masculinas, abren nuevos campos al menosprecio de lo femenino.