Fernando Aramburu



Trágica es la historia humana, como no cabía esperar menos de la suma de acontecimientos de una especie trágica. Guerras, calamidades, breves ascensos y grandes caídas constituyen sus asuntos habituales. Y, sin embargo, en medio de tanta crueldad, tanta penuria y tanto irreparable sufrimiento, la especie humana es capaz de la excelencia. A veces la soberbia populista denigra los museos, aun cuando en ellos se albergue, para disfrute general, lo mejor de la inventiva de las naciones, aquellos vestigios de la creatividad humana, aristrocrática o no, que merecieron sobrevivir al fuego y el olvido, y hoy suscitan deleite y estimulan el conocimiento. Así, en nuestros días, ese refugio de historia y belleza que es el madrileño palacio de Liria, domicilio de los Alba, entre cuyas paredes de granito perduran una pinacoteca de primera categoría, documentos históricos valiosísimos y demás joyas patrimoniales. Fuera, un magnífico jardín.