Image: Las 12 plumas negras

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Opinión

Las 12 plumas negras

Por Juan Palomo Participe en el blog de Juan Palomo

14 diciembre, 2012 01:00

Oscar Niemeyer, Chus Visor, Juan Bolea y Daniel Barenboim


Era optimista y rebelde. Tal vez fuera esa la fórmula secreta del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer para llegar a los 104, una proeza más a sumar a las muchas que acumuló su brillante carrera, llena de los mejores reconocimientos, que él solía proyectar en la construcción más importante: sus hijos, nietos, biznietos, tataranietos... Lo recordaba Raúl del Valle en la web de El Cultural: "Lo importante es la vida no la arquitectura", repetía el arquitecto. De ese modo nosotros recordaremos la suya. Es usted un genio, maestro. Descanse en paz.

Casi un centenar de poetas indignados está preparando una carta incendiaria denunciando la manipulación de algunos premios de poesía que perpetran Chus Visor y Luis García Montero. Y dicen más: que editor y poeta dirigen en alguna ocasión la selección de originales y que premian siempre a autores "vinculados a la editorial Visor, a la Facultad de Filosofía de Granada (donde García Montero ejerció la docencia) o a ambas entidades" y mencionan como beneficiarios a Raquel Lanseros, Rodríguez Moya o Fernando Valverde. Firman la protesta, entre otros, Jordi Doce, Julio Mas, Manuel Rico, Gsús Bonilla, Ana Pérez Cañamares, Raúl Quinto... Y la lista sigue creciendo.

Ahora que nuestra edición es más noir que nunca (a RBA, Siruela, Roca, Ediciones B, Planeta o Salamandra se unen Alfaguara y Alianza, que inauguran el año con nuevas colecciones dedicadas al género), 15 escritores que se hacen llamar Las 12 plumas negras se han conjurado para escribir España criminal, un libro de relatos en el que se citan Juan Bolea, Pedro Ugarte, Francisco F. Beltrán y Agustín Pery, entre otros. No les pierdan la pista, porque pueden ser peligrosos.

La bronca de Cecilia Bartoli con el loggione de La Scala, al que Daniel Barenboim tuvo que mandar callar durante el primer concierto de la mezzo en el templo milanés en 19 años, ha reabierto el debate sobre el tráfico de aplausos y abucheos del teatro que dirige Stéphane Lissner, inmerso ahora en otra polémica tras inaugurar la temporada con Lohengrin de Wagner en vez de celebrar el bicentenario de Verdi. Podría ser cierto eso de que los tifosi, con eso de la crisis y los recortes, se han radicalizado: su eslogan ya no es vendetta sino... véndete. Que se lo pregunten a Roberto Alagna.