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Por Ignacio García May Ver todos los artículos de 'Portulanos'

18 enero, 2013 01:00

Ignacio García May


Hemos malgastado demasiado tiempo lamentándonos de la situación: lo que toca es analizar las pautas que se anuncian como dominantes en el teatro que viene. Para empezar están las iniciativas populistas tipo Talent, que, empleando técnicas infames de concurso televisivo, pretenden hacerse pasar por impulsoras de eso llamado "cultura joven" cuando para lo que en realidad sirven es para ir acostumbrando a las nuevas generaciones a la explotación y emborronar más aún de lo que está la frontera entre lo aficionado y lo profesional. El discurso pretendidamente democrático de este tipo de cosas ("¡Tú decides!") las convierte en algo particularmente perverso, pero la gente, no sé si por desesperación, cae en la trampa. Otra tendencia es la de los microespacios. En el lado bueno está la incuestionable dinamización que estos lugares han aportado, pero no olvidemos el peligro inherente a la propuesta: no es económicamente viable dedicarse a producir espectáculos de quince minutos a la espera de que lo programen a uno en una de estas salas. Veremos también entrar en la producción teatral a instituciones privadas que hasta ahora permanecían al margen, y veríamos más si los incompetentes del Gobierno aprobaran la prometida Ley de Mecenazgo, incomprensiblemente aplazada sine die. Lo más prometedor: asfixiado el teatro de repertorio, por saturación y por su incapacidad manifiesta para sostener la industria, el teatro de nueva creación va a volver al centro de la producción, que nunca debió haber abandonado. Cuidado: no hacemos aquí predicciones sino que nos limitamos a constatar movimientos que ya se están produciendo.