Fernando Aramburu



Mentir es propio de ciertas especies inteligentes. Lo digo por un reportaje sobre aves que pusieron hace poco en televisión. Un cuervo encerrado en un habitáculo cubierto por una red de alambre era alimentado por biólogos en presencia de otro cuervo, encerrado en el suyo. Ambos habitáculos se comunicaban por una abertura a ras del suelo. Saciado, el cuervo A recibió una nueva porción de alimento y la enterró. El hambriento cuervo B captó la jugada; pero apenas se hubo descolgado de su atalaya, el congénere A se apresuró a desenterrar la gollería y esconderla en otro sitio. ¿Alguien en su sano juicio imagina a la especie humana poniendo por obra tan infame comportamiento? Los hombres no mentimos. Quizá, de vez en cuando, como quien no quiere la cosa, suspendemos por razones prácticas y con carácter transitorio la verdad. Pero de ahí a mentir, ¡menudo abismo!