Image: El manuscrito

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Opinión

El manuscrito

Por Ignacio García May Ver todos los artículos de 'Portulanos'

8 febrero, 2013 01:00

Ignacio García May


He tenido la oportunidad de leer el manuscrito de lo que, presumiblemente, será el bombazo editorial del año: El duque empalmado, una obra que hasta hoy se consideraba legendaria y que firmaron, juntos, Lope de Vega y Cervantes, desmintiendo así la enemistad entre ambos. El protagonista es el duque Lindaflor, casado con doña Uyuyuy, hija del rey del Perú. Este joven de alta cuna y baja cama traza un plan para quedarse con un barco lleno de oro de esos que entonces mandaban desde América a España (la obra sucede cuando había oro y había España).

Para ello se pone en contacto con el virrey, el archivero de Indias, el tesorero real, el capitán del barco, y otros secundarios, a cada uno de los cuales se entrega un sobre con instrucciones y los respectivos honorarios (al fin y al cabo están haciendo su trabajo). Sucede que el criado del duque, que es graciosísimo y que se niega a hablar otra cosa que no sea perulero por aquello del nacionalismo, confunde, por esta razón, los sobres, que no sólo están escritos en español sino además en redondillas, y las instrucciones y aguinaldos van a parar a manos equivocadas. Esto ya lo hizo Louis de Funes con unas maletas, pero el truco funciona siempre.

Aparece entonces un personaje que amenaza con descubrir la trama, una mujer que se hace pasar por hombre y que, como viene de la pérfida Albión, adopta el nombre de Martin Amis (mira, como un escritor de verdad), y que al final se queda con todos los sobres. Este detalle, por cierto, sugiere que tal vez el propio Shakespeare también metió mano en la pieza. No digo ni que sí ni que no.