Agustín Fernández Mallo
La historia de la viuda de Oswald es tan buena, tan perfecta desde un punto de vista literario que dudas de si sería buena materia de ficción. Pero por el mismo motivo dudas de si no responderá a un mecanismo de inflación de la realidad.
En el canon estético Occidental, la ficción nos parece buena cuando se parece a la realidad. Y la realidad, cuando se parece a la ficción. Tal antisimetría hace que llevemos veintidós siglos enredados en aporías de toda clase en torno a lo que es la buena o mala literatura, el buen o mal teatro, el buen o mal videoarte, la buena o mala ciencia, etcétera.
La actividad creativa -pongamos la literaria-, es también un necrófilo e incesante deambular bajo tierra entre vivos y muertos, algo así como un juego de viudas de la realidad y viudos de la ficción, mientras lo que hay arriba, a ras de tierra, te recuerda a cada paso, "mind the gap".