Agustín Fernández Mallo
El libro de Eagleman hace buena gala a su título, Incógnito, pues plantea la importancia y complejidad del "cerebro inconsciente". La mayoría de los actos cotidianos responden a esa parte del cerebro que no controlamos -acelerar o frenar en el coche, el movimiento de manos al cepillarnos los dientes, la atracción o rechazo hacia una persona con sólo mirarla- y casi siempre acierta. Pero a veces también se confunde. Eagleman, pionero en el estudio de neurociencia y derecho, plantea un nuevo campo de investigación que involucra la responsabilidad de los actos. Si el cerebro inconsciente es quien manda, ¿cómo puedo ser responsable de ese ataque de ira? Pero también -especulo-, si el cerebro inconsciente es lo que históricamente se ha denominado "inspiración" en artistas y científicos, ¿no cabría entonces retirarles la autoría de sus obras?