Fernando Aramburu



Martha Nussbaum define el miedo como una pulsión narcisista que protege del peligro real, pero mientras tanto conduce a reacciones desproporcionadas. Yo pensaba que el miedo era un instinto perturbador difícilmente gobernable, ni siquiera privativo de la especie humana; que no es causa necesaria de problemas, sino un problema en sí mismo, de extraordinaria gravedad para quienes lo padecen, realimentado por la contingencia de aquello que lo provoca. Si Martha Nussbaum hubiera estado el otro día con su tolerancia viendo la llegada de los corredores del maratón de Boston, ahora tendría una pulsión narcisista y acaso una pierna menos. Aquellas bombas, como tantas otras, procuran méritos celestiales, con chavalas vírgenes (las pobres mujeres); extienden la certidumbre islámica, matan peatones en nombre de dios. Pero, en fin, hay que ser tolerantes con las religiones. Yo ya voy haciendo progresos. Ayer vi a un monje tibetano y no me asusté.