Image: Ídolo cruel

Image: Ídolo cruel

Opinión

Ídolo cruel

Por Fernando Aramburu - Lea la crítica de El oscuro carisma de Hitler

31 mayo, 2013 02:00

Fernando Aramburu


Ni era rubio ni propiamente alemán, pero habría sido peligroso decírselo a la cara. Fue un despiadado castigador. Disiento de Laurence Rees: Hitler era un orador mediocre, corto de ideas, que a menudo discurseaba con la chuleta disimulada en el atril. Lo endiosó un eficaz aparato propagandístico, ducho en símbolos y ceremonias. Profesó el delirio de grandeza, destacó en el odio, supo ocultar su personalidad anodina, envoltura a su vez de un núcleo de humillación y resentimiento, y favoreció una estética que todavía fascina a numerosos jóvenes. Su triunfo electoral del año 33 se explica por varias razones. Es cierto que persuadió. Ahora bien, mientras ilusionaba a la muchedumbre desesperada, señalando con dedo acusatorio a los supuestos culpables, sus hordas sembraban el terror de puerta en puerta. La Historia, que gusta de relatar hechos sangrientos, prefiere recordar su crueldad, no sus moderadas aptitudes. Y Alemania tardará en desactivarlo.