Fernando Aramburu

- Lea la crítica de 'El rostro de la batalla', de John Keegan

La crónica del hombre concreto, la del que estuvo allí, vio y sobrevivió parar contarlo, es una antigua tarea de la ficción, aunque no la única. Al contrario de los datos de validez colectiva, permite el testimonio a escala humana. Durante las Conversaciones Literarias de Formentor de 2011, Jorge Edwards atribuyó a la ficción el cometido de llenar los huecos de la Historia. Cervantes, modestamente el hijo de mi madre y tantos otros, sentados a la mesa, en el estrado, enarbolamos el estandarte narrativo. Edwards tenía que irse y no hubo ocasión de replicarle. Deseábamos sugerirle que acaso sea la historia de las naciones una actividad suplementaria de la literatura. De modo que, para explicar la presencia del ser humano en la Tierra, no es más útil la verdad general documentada que la versión privativa de los individuos. ¿Hizo sol en Waterloo? ¿Molestaban las avispas a los artilleros?