Image: Primas de riesgo

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Opinión

Primas de riesgo

Por Juan Palomo Participe en el blog de Juan Palomo

26 julio, 2013 02:00

A. Pérez Reverte, Ernesto Caballero, Sonia Sebastián y Thomas Bernhard.

Si la de Matisse se celebró en 1941, ésta de Thomas Bernhard es de 1977, pero ambas han permanecido inéditas y en la oscuridad hasta ahora mismo. Hablo de entrevistas, de grandes entrevistas-libro que en su día concedieron los creadores y que luego no permitieron publicarlas. En el caso de Matisse, son 310 páginas de conversación con un crítico de arte que el pintor se negó a reducir, ningún editor se atrevió a publicar y cuyo original compró en 1980 el Instituto Getty. Ahora ve la luz. La entrevista con Bernhard la publica Alianza en septiembre. Es un largo diálogo con el crítico y también poeta Peter Hamm, al que muestra manías y debilidades. Y un poco de alma. "¿Le gusta ser malvado?" le pregunta el crítico. Ése es el título del libro.

Estoy deseando que empiece la temporada teatral. Vean por qué: Ortiz de Gondra retoma su colaboración con la compañía Vaivén después de Duda razonable con un nuevo espectáculo que dirigirá Iñaki Rikarte; Ernesto Caballero prepara como director Montenegro, sobre las Comedias Bárbaras de Valle, y como autor publicará en Cátedra su calderoniano Naces Consumes Mueres, que gira estos días el colectivo Primas de Riesgo (una compañía que no conoce la subvención y que crea a través del crowfounding); Paloma Pedrero tiene a punto otra puesta en escena de Magia-Café con los Caídos del Cielo, y Sonia Sebastián está ultimando la programación de Festival Gigante, en la Sociedad Cervantina en octubre y una exposición sobre las ilustraciones del Quijote en La Bacía.

El Museo del Prado anuncia para octubre una exposición con los últimos retratos de Velázquez, unos 30 cuadros. ¿Vendrán de otras pinacotecas o harán rediseño en el Prado? En todo caso, yo de ustedes iría ya circulando una de estas tardes de verano, porque auguro que, rediseño o no, en octubre las colas serán imposibles.

Doce años litigando y, al final, Arturo Pérez-Reverte ha pagado los 200.000 euros para cerrar esa extraña historia de plagio que le vino de costado. Por fiarse. Pero Antonio González Vigil no quiere cerrar la historia, qué va. El cineasta ahora quiere más: más publicidad, más dinero y ¡bajarle del sillón académico! Y eso ya no, claro... Que lo pasen bien.