Fernando Aramburu

- Lea la crítica de La habitación oscura, de Isaac Rosa

Una de las mayores felicidades que me deparó el verano fue la lectura de La habitación oscura. El libro me pegó al modo de aquella hacha de Kafka, capaz de romper el mar helado que lleva uno dentro. Porque, para bien o para mal, uno es escritor, está avezado al empleo de recursos literarios y cuando lee, en lugar de vincularse con las historias que le cuentan, propende al error de diseccionarlas. Esta coma sobra, el desenlace es flojo, aquí hay una cacofonía. Es como si un comensal estudiase con un microscopio los componentes químicos del manjar que le han servido. A veces, por fortuna, asoma el hacha que rompe el hielo interior y entonces la calidad y fuerza del libro leído me libera del vicio profesional. Llegan la fascinación, el abandono al disfrute, las intensas reflexiones suscitadas por la lectura. Enhorabuena a Isaac Rosa por su gran novela.