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Opinión

Truenos

27 septiembre, 2013 02:00

Ignacio García May.

Durante los últimos días del verano ha hecho furor en las redes sociales un vídeo en el que Sergio Peris-Mencheta (ese actor a los que los fans del Capitán Trueno odian casi tanto como los de Batman a Ben Affleck), agasajado como mejor director en los Premios Ceres, se marcaba un monólogo del tipo graciosillo/comprometido. El parlamento tenía tanta originalidad como la mayoría de las teleseries españolas: que si los políticos son todos malísimos, que si los del chou-bisnes, por el contrario, son nobilísimos payasos (dicho sea en el buen sentido del término) con el corazón de oro... Se le echaba en cara a Wert no estar allí compartiendo la fiesta; semejante acusación, viniendo del mismo tipo que se negó a saludar al ministro cuando éste fue a ver su función, me parece surrealista. La homilía se remató con la imprescindible nota sentimental: "A diferencia de los gobernantes, a nosotros no se nos ha olvidado amar lo que hacemos" (léase con acompañamiento de música de violines). Por un momento pensé que semejantes chorradas se las había escrito el mismo que inventó lo de la Niña de Rajoy. En fin, una tonteriíta, pero como los del teatro son así, aplaudieron durante los premios y siguieron jaleando al chaval, luego, en Facebook, Twitter y hasta en Tuenti, que es el ámbito natural, por edad mental, de esta forma de pensar. Lo que no le pareció mal al Capitán Trueno, puesto que no dijo nada de ello, es que esos mismos Premios Ceres costaran 600.000 euros, 500.000 de los cuales provenían del presupuesto de educación infantil. Eso sólo para que él tuviera su noche heroica. En cuanto a lo que dijeron Goliath, Crispín o Sigrid, lo ignoro.