Fernando Aramburu

Toman la palabra en estos días inquietantes, unas veces con propósito constructivo, otras con voluntad de desfogarse enarbolando la estaca del cabreo, españoles que vuelven a mirar, como Quevedo, los muros desmoronados de su patria. Entiendo que César Molinas pertenece a los primeros, a aquellos que, además de cultivar la crítica severa, basada en el análisis, sugieren soluciones, medidas, respuestas. Uno puede o no compartir sus tesis, pero es altamente probable que ahora mismo ejercer en público la templanza y la lucidez ayude a rebajar las tensiones crecientes que, en un país no bien cohesionado como España, suelen derivar por tradición en episodios violentos. El papel moderador de la UE y el acuerdo general para la resolución de desavenencias y conflictos conforme a la legalidad democrática vigente, sin duda mejorable, proporcionan una válvula de escape al vapor del caldo que hierve en la olla. ¿Hasta cuándo?