Image: Posmodernismo español

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Opinión

Posmodernismo español

18 octubre, 2013 02:00

Agustín Fernández Mallo

Desde que en 1996 -y con diez años de retraso sobre su publicación-, leí la novela, Historia de un idiota contada por él mismo (Anagrama), he seguido con toda la puntualidad que me ha sido posible la obra de su autor, Félix de Azúa. Creo que, en el terreno del ensayo, libros como Baudelaire (el artista de la vida moderna), Diccionario de las artes, o El aprendizaje de la decepción, son importantísimos textos. En una cultura como la nuestra -que careció de Ilustración y en la que la literatura se entiende a veces más como una bronca de bar que un ejercicio de reflexión y creación argumentativa-, los textos de Azúa aportan una mirada distinta: tan bien informada como creativa, tan sofisticada como sarcástica, tan seria como desmitificadora. En mi opinión, Historia de un idiota contada por él mismo es una de las primeras novelas en las que cuaja el posmodernismo de la mano de un autor español. Vista desde ahora, y naturalmente en estilos netamente diferentes, se detectan mecanismos narrativos que más o menos por aquella época (1986) estaba desarrollando también un muy joven David Foster Wallace; por ejemplo la ironía como máscara en la que hacer valer la crítica del estado de las cosas y asimismo la puesta en cuestión del pasado inmediato, siempre tan moralista, tan grave.

Estos días he estado leyendo su, Autobiografía de papel (Mondadori), publicada este mismo año. Un libro en el que -además de revisar su propia trayectoria-, bajo una óptica oblicua y ágil factura, como quien no quiere la cosa nos presenta un extraordinario repaso de los orígenes, desarrollos y contradicciones de la poesía, la narrativa y el ensayo del siglo 20. Y además, un interesantísimo lance final acerca del periodismo del siglo 21.