Fernando Aramburu
Años atrás, en un hermoso libro de homenaje a Hergé (hermoso tanto por el contenido como por la factura artesanal del volumen), Antonio Altarriba mencionaba la existencia de tintinófilos (amigos de Tintín), tintinólogos (expertos en Tintín) y tintinólatras (admiradores de Tintín). Sé que incurro en una paradoja si afirmo que no pertenezco a ninguna de las tres especies, pero tampoco a las opuestas. Como tantos otros, frecuenté la figura a edad temprana. Me complacieron entonces la resolución de sucesivos enigmas y la contingencia de la aventura por diversos parajes del mundo. Luego constaté que las historias de Tintín no me habían quedado del todo desveladas en mi lectura primeriza. Con el tiempo hallé fascinación en los rasgos humorísticos de algunos personajes en apariencia secundarios. Y, más allá, en el fondo de las viñetas. Y aún más allá del fondo, en el contradictorio y no santo hombre que las dibujó.
Secciones
- Entreclásicos, por Rafael Narbona
- Stanislavblog, por Liz Perales
- En plan serie, por Enric Albero
- A la intemperie, por J. J. Armas Marcelo
- Homo Ludens, por Borja Vaz
- ÚItimo pase, por Alberto Ojeda
- Y tú que Io veas, por Elena Vozmediano
- iQué raro es todo!, por Álvaro Guibert
- Otras pantallas, por Carlos Reviriego
- El incomodador, por Juan Sardá
- Tengo una cita, por Manuel Hidalgo
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