Image: Tarjetas de visita

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Opinión

Tarjetas de visita

17 enero, 2014 01:00

Gonzalo Torné

En alguna ocasión le he escuchado decir a Rodrigo Fresán que las entrevistas a escritores deberían considerarse una rama más de la ficción. La idea casa bien con esas entrevistas de carácter general sobre los motivos, los hábitos y los rituales. Al escribir se atraviesan fases de elaboración tan distintas que al entrevistado (a menos que se sujete con un orden maniático) no le queda otra que recurrir a la imaginación.

Quizás sea esta exigencia de ingenio y de inventiva el motivo por el que resultan tan entretenidos de leer los cuestionarios a escritores a los que ni siquiera conocemos de nombre.

Quien quiera darse un festín de esta clase de piezas haría bien en asomarse al blog de Miquel Sanfeliu "Cierta distancia" , donde su autor escribe sobre cine y da cuenta de festivales, pero que destaca sobremanera por los más de cien cuestionarios que lleva publicados. Se trata de siete preguntas tan neutras (intereses temáticos, influencias, proyectos futuros, consejos) que parece como si Sanfeliu cediese unos pinceles y un lienzo para que el escritor convocado se lanzase libremente a autorretratarse. Ignoro si el criterio de selección de los escritores responde a otra estrategia que no sea la oportunidad, pero el caso es que junto a consagrados como Vila-Matas o Eloy Tizón, encontramos a muchos otros cuyos nombres no circulan lo suficiente para asociarlos a un título.

Superado el desasosiego inicial (¡son tantos los reclamados por la vocación!) los cuestionarios de "Cierta distancia" ofrecen la posibilidad de hacer un cata de autores. Las entrevistas funcionan como esas tarjetas de visita donde el cuerpo y la disposición de las letras pretenden ser indicios de la creatividad o la eficacia del profesional que nos las entrega.

No he leído todos los cuestionarios (aunque son un vicio) pero no coincido con Sanfeliu cuando en un momento de balance escribe: "He encontrado, en general, el gozo por la escritura, lejos de supuesto sufrimiento que se le supone al escritor". En mi muestra más bien predominan los ejemplos de mortificación autoinducida, al estilo de esos penitentes que tasan el valor de su fe por el tamaño de sus llagas.

Sanfeliu también destaca que muchos consideran la escritura como una "decisión vital, necesaria", una suerte de imposición contra la que no cabe oponer resistencia. Apenas he encontrado respuestas (aquí una de Marta Sanz: "comunicarme con los otros y de intervenir, modestamente, en el espacio público") que disientan de esta reiterada declaración de incontinencia.

La imagen que se proyecta en estos cuestionarios es la de una actividad reducida al ámbito de lo privado, que no pretende establecer vínculos con la comunidad a la que pertenece ni aspira a imponerse criterios de intervención. Quizás sea excesivo extraer conclusiones de un juego de ingenio, pero dado que las tarjetas se diseñan para seducir a los ojos del cliente cabría preguntarse por qué se encuentran tan cómodos presentándose como "románticas" criaturas ensimismadas. Y escribo romántico entre comillas, porque, al fin y al cabo, debemos a Keats, que pasa por ser el más lírico de la tribu, estos versos: "¿Qué beneficio aportas / tú y toda tu tribu / al gran mundo? Eres una cosa que sueña / la fiebre de ti mismo. / Piensa un poco en la tierra".

La conveniencia del montaje

Con la multiplicación de las revistas digitales los escritores que publiquen libro este enero van a tener que recorrer una larguísima ruta de entrevistas, con periodistas bien predispuestos a aprovechar las ventajas del scroll, y en las que inevitablemente se repetirán muchas preguntas (otra cosa sería un prodigio). Todo sea por la promoción, pero si como todos sospechamos muchas de estas revistas más que tener un público exclusivo comparten la misma masa de lectores, un día vamos a tener que preguntarnos en serio si una novedad literaria resiste tantos interrogatorio; y si uno de los efectos de esta ubicuidad momentánea del escritor no será dejar a los lectores un tanto saciados a las puertas de un libro que deberíamos estar ansiosos por hincarle el diente. De momento sorprende que ninguna editorial se plantee además de retuitear las entrevistas o de colgarlas en su Facebook hacer un "montaje" con las respuestas que podría servir para ofrecer una visión más viva, sin zonas de transición ni pasajes destensados, de lo que el autor piensa sobre su propia obra.