Manuel Vilas acaba de publicar Listen to me (La Bella Varsovia) una selección muy bien cribada de sus estados de Facebook. El libro contiene fotos y enlaces como una suerte de recordatorio de dónde provienen los textos, pero enseguida se lee como un diario imaginario (y muy divertido) que se integra sin ninguna violencia a una colección de poesía, género donde más descuella Vilas. El libro es otra prueba de que muchos escritores no consideran un rasgo distintivo de su trabajo en la Red elaborar una obra que sólo pueda leerse allí, y que suelen tener sus miras puestas en la publicación comercial en papel.



Quien esté al corriente del Net.art sabrá que los artistas digitales ven las cosas distintas. El eje teórico de este movimiento (de formación más instintiva que programática), por encima de la accesibilidad, la mezcla de imagen y sonido, y lo interactivo, se encuentra en la convicción de que sus obras sólo tienen sentido cuando se exponen y se "experimentan" en la Red. Se trata de un arte nativo de su propio medio que se define por una negativa: no puede verse en galerías ni museos.



Otro rasgo es el compromiso crítico y político, pero gran parte de la dimensión "política" del Net.art concuerda con el aburrimiento que nos asalta en galerías y salas de exposiciones cuando el artista envuelve a toda prisa con una forma descuidada la idea comprometida que quiere transmitirnos con carácter urgente, y que con demasiada frecuencia apenas es una invitación a que nos concienciemos de alguna generalidad de la que ya éramos conscientes antes de salir de casa.



La carga política más convincente del Net.art la encontramos precisamente en su apego a la exposición exclusiva en la Red y la resistencia a los canales de consagración habituales. En esta clave ganan credibilidad aspectos de orden técnico que muestran ahora un inesperado filo político: intimidad, feedback, interacción, pequeña escala, obras efímeras, colectivización... rasgos que recuerdan una versión digital del "arte épico" en el sentido que le daba Bretch: resistente a la mercantilización.



Un aspecto interesante del Net.art es que el debate se mantiene vivo, y que algunas de las características del párrafo anterior todavía se discuten abiertamente: frente a lo colectivo algunos artistas reivindican su nombre propio, frente a lo efímero se alzan historiadores y coleccionistas digitales, y una de las mayores disconformidades afecta a cómo se conservan y legan estas obras: ¿manteniendo el software de su época o conservando su ADN: las pistas y documentos que permitirían una eventual recreación futura?



Cualquiera sabe hacia dónde conducirá la discusión pero algunos de sus nudos nos invitan a reflexionar sobre si el Net.art está más interesado en reflexionar acerca de la organización y la convivencia política o en discutirle espacios de poder a las galerías y museos. En un poema muy raro Auden rescataba un término empleado por los cristalografía, lo enantiomorfo, con el que se designa a pares de objetos que suelen superponerse por su apariencia pese a no ser del todo coincidentes, como sucede con la mano izquierda y un guante derecho, y también con la política y el poder. O si se prefiere terminar el artículo en román paladino: no es del todo equivalente pensar en la mejor manera de organizar la gestión vecinal de una escalera que postularse como nuevo presidente.

Museos efímeros

De manera consecuente (pero no del todo deliberada) con sus propios postulados algunos de los espacios en la Red donde se podía contemplar o informarse sobre Net.art han resultado ser efímeros. Es el caso de äda'web, una suerte de centro impulsor de encargos que cambio de rumbo al perder a su patrocinador, o de The Thing que funcionaba como cruce de caminos para artistas digitales, y pensado para el intercambio de ideas, estímulos e información. En España destaca el despliegue de Aleph que con el fallecido José Luis Brea a la cabeza se dedicó a la difusión, la crítica, la producción y la exposición, en un entorno elegantísimo, de Net.art. El propio Brea celebro (y lamentó después su conversión "en un site de suscripción de pago") Rhizome con estas palabras: "Rhizome es el lugar en el que todo el mundo informa y comunica los resultados de sus prácticas creadoras en la red. Gracias a él la forma que adopta la comunidad net.artísitca se parece a la de una comunidad de productores de medios: una para la cual la audiencia y el colectivo de los emisores tienden a coincidir".