Image: Copiar y robar

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Opinión

Copiar y robar

28 marzo, 2014 01:00

Agustín Fernández Mallo

Resulta extraña la palabra robo aplicada a la copia de productos culturales. Pretender que copiar siempre es robar resulta tan chocante como decir que los humanos les hemos robado a los monos el 99% de los genes que compartimos, y que por ello los monos deberían meternos a todos en la cárcel. De no haber copiado, en vez de humanos aún seguiríamos colgados de los árboles (a no ser que pensemos que somos objetos únicos creados desde la nada, claro). La copia constata el mecanismo de mutación (ninguna copia es exacta) mediante el cual los humanos hemos evolucionado en lo biológico y en lo cultural. Por el contrario, robo es un concepto aplicado a objetos que no se desdoblan, objetos únicos. Cuando nos roban el coche no decimos "nos han copiado el coche". Está claro que no es lo mismo robar un cuadro que copiar una película o un libro. La razón es bien sencilla: intrínsecamente, un cuadro nace con vocación de objeto único, no es posible clonar un cuadro -de ahí que para su difusión sean necesarios mecanismos de apoyo, por ejemplo fotografías-. Pero en una película o en un libro, en su misma creación, va inscrita la copia, su vocación de ser reproducido infinitamente, y entonces se puede luchar contra molinos o se puede usar la inteligencia como negociación. Porque de eso se trata, de algo que en multitud de ámbitos hacemos cada día, negociar, dejar que te "roben" para "robar" tú otras cosas, por ejemplo la ampliación de la difusión de tu obra. Negarlo es negar el pacto básico de toda convivencia y resolución de conflictos. Todos queremos vivir de nuestro trabajo, claro que sí -además, nadie valora aquello que se regala-, pero parte de nuestro trabajo es reconocer la naturaleza de los materiales con los que trabajamos, y atendiendo a esa naturaleza pactar su uso.