Ya no escribe novelas Philip Roth, como anunció hace cinco años, pero tiene aún mucho que contar. El estadounidense ha salido a la palestra, la sueca, donde se representa una de sus obras, y le ha contado a la revista Svenska Dagbladet alguna cosa que seguramente les gustará saber. Para empezar, niega su misoginia ("son otros los que han decidido quién soy", "no reivindico en mis novelas el triunfo del macho, sino lo contrario, su humillación"). Cuenta también que si El lamento en Portnoy se hubiese titulado El orgasmo bajo el capitalismo voraz tal vez la Academia Sueca le hubiese concedido el Nobel. Que es absurdo buscar al novelista en sus personajes y no "en sus dilemas". Y que "saber que los escritores no significan absolutamente nada para nueve décimas partes de la humanidad es embriagador". Y más.



Dos por uno. Me entero, gracias al nacimiento de Editorial Pájaro, de la existencia de una muy peculiar librería madrileña sita en el mercado de Antón Martín, Sandwich Mixto, donde esta misma tarde celebrará su botadura este nuevo sello que apuesta por la poesía y por el mimo en el diseño. Mucha gente buena veo detrás del proyecto. Llamo librería a Sandwich Mixto por decir algo. Digamos que es un enclave postmoderno de literatura que es también casa de comidas y espacio artístico. Inclasificable. Vayan a verlo.



Salió en estas páginas como la mejor película española de 2013: Gente en sitios. (Ya está en filmin, a qué esperan para verla). Su director, el inagotable y polifacético Juan Cavestany (ha estrenado hace poco su texto teatral Macbez, dirigido por Andrés Lima), ha realizado el primer vídeoclip del nuevo álbum de Vetusta Morla, La Deriva, que en cierto modo es una extensión de Gente en sitios: película y disco que toman la temperatura social de nuestro tiempo... a la deriva



Deriva la que llevaba el IVAM, el primer museo creado en España de arte contemporáneo, abierto hace ahora 25 años, y que, al fin, transmite buenas noticias: convocará un concurso público internacional para elegir director. En los últimos años, las críticas de artistas, críticos y comisarios por los excesos de poder de su directora Consuelo Císcar y la falta de transparencia del museo eran unánimes y estaban documentadas. Un museo no puede vivir solo del pasado.