Image: Yoko y la fama

Image: Yoko y la fama

Opinión

Yoko y la fama

20 junio, 2014 02:00

Agustín Fernández Mallo

La fama destruye, en primer lugar a quien la disfruta, tarde o temprano el famoso es absorbido por la maquinaria del ego, el propio y el ajeno. La fama destruye, en segundo lugar, a los allegados al famoso, les impide mostrar públicamente su talento. Así le ocurrió a la pareja John Lennon/ Yoko Ono. Ella, cuando se juntara con el compositor de Liverpool, ya tenía una exitosa y ascendente carrera de artista diversificada en toda clase de corrientes: de lo conceptual a la performance, de los objetos poéticos a lo fílmico. Siempre estuvo en la vanguardia, única mujer del movimiento fluxus. Su unión con Lennon no hizo mas que ensombrecerla a ojos del público. Ya de muy joven, gracias a sus padres, que eran músicos, desarrolló pasión por la música, la cual pronto introdujo en sus obras, por ejemplo en las performances.

En los años 50 Ono entra en contacto con John Cage, encuentro que le inspira la irónica pieza, Música para Jesucristo, o JC, que era como llamaban los fluxus a John Cage. En los años 60 gran parte el así llamado antiarte o arte no retiniano -claramente pro Duchamp- pasará por ella; por ejemplo pinturas cuya finalidad es ser pisoteadas o destruidas sin más. Para la historia quedan sus performances y piezas de body art de corte feminista Vagina painting, o su ya mítica Cut piece. Es en los años 70 cuando, en clara alusión al colonialismo empaqueta con telas los leones de Trafalgar Square. Pionera también en videoarte, lleva a cabo toda clase de exitosos experimentos como Match piece, o Bottoms, donde filma decenas de culos de amigos y desconocidos, o su explícitamente feminista Violación.

La ocasión que nos brinda el Guggenheim de Bilbao de ver la retrospectiva de esta gran artista, ya sin la sombra de Lennon, es única. No se la pierdan