No sé si será porque se trata de una lengua menor pero a veces se dice que todos los catalanohablantes llevamos en nuestro interior a un pequeño filólogo. No he escuchado nada parecido sobre los castellanohablantes, pero no son menores las discusiones que se entablan cuando la Real Academia anuncia un nuevo diccionario: como por ejemplo la defensa espontánea y bienhumorada que tuvo lugar este mismo curso en la Red de algunos vocablos que se habían dado "de baja" (alindona, bajotraer o fenicar).



Regreso ahora al asunto tras rumiarlo con la idea de hacer una modesta proposición. Tengo la impresión que las instituciones dedicadas a regir nuestro idioma observan con tanto celo lo que ocurre en la red que se les puede pasar por alto la formación de nuevas palabras y expresiones que quizás merecerían una plaza en el diccionario. Digámoslo de una vez: en la Red no sólo se deforma el idioma y se incumplen con cierta frecuencia las normas, también se producen nuevas situaciones y maneras de relacionarse que exigen ingeniosas soluciones lingüísticas.



Es lo que ocurre con "postureo", actitud de la que pongo algunos ejemplos en la columna supletoria, pero que podría definirse de manera tentativa (aquí se aprecia mi veta de filólogo amateur) como: "voz y dictado con el que se pretende llamar la atención y atraer ‘amigos' y ‘seguidores' a toda costa, incluso la del sentido común, mediante exageraciones, absurdos o mentiras flagrantes".



Uno puede fanfarronear fuera de la Red entre los amigos, delante de los alumnos o frente a colegas de profesión, pero en dosis comedidas y calculando la reacción del auditorio. La novedad del "postureo" radica en su falta de medida. Es una actitud tan desmelenada que sólo puede desarrollarse en las redes sociales (y de ahí la exigencia de una palabra nueva), en la medida que estas alimentan el deseo de incrementar el número de "amigos" y "seguidores" sin importar demasiado qué piensan del titular. El que "posturea" conjetura que su "auditorio" es un público distraído, que no atiende en exceso, ni lee dos veces lo que escribimos, que no va a entretenerse a respondernos con rigor. Lo que persigue el avatar que "posturea" es colgarse una medalla brillante (aunque el material sea latón), dejar la huella imprecisa entre quienes le leen de pasada que en esa cuenta se dicen cosas "interesantes".



Suele afirmarse que las redes sociales aportan mayor feedback al usuario, pero eso sólo es cierto si uno es un artista sin fortuna o un anacoreta. Se trata de un feedback menos exigente que el que un ciudadano afronta cuando habla con amigos, ante alumnos o con la familia política. Más bien es la relajación y la baja calidad del feedback en las redes la que posibilita que el "postureo" se haya erigido en uno de los principales espectáculos y reclamos de las redes sociales. No es infrecuente que los "postureos" reciban enormes cantidades de "me gusta" y de "favoritos", que equivalen al codazo o la patadita por debajo de la mesa cuando un tercer comensal empieza a perder el sentido del ridículo, y nos promete una sobremesa gloriosa.

Acopio de pruebas

Un buen amigo nos confesaba (bien avanzada la noche) a sus seguidores: "A veces me da por pensar que mi cerebro nació con nacionalidad errónea por el tema de los ensayos que podría escribir". El cocinero Ferrán Adrià lanzaba hace unos días este reto al que se le ve antes la intención que el sentido: "¿Hay creatividad disruptiva sin riesgo? ¿Qué nivel de riesgo quieres asumir cuándo te decides a crear, y das el paso para crear?". Jorge Carrión alertaba de un nuevo proyecto con estas palabras: "Más que en libros pienso en proyectos. Se activan y desactivan. Pasan de estado latente a arrebato patente. Cuando se acerca el momento el cerebro sintoniza con el proyecto. Me he pasado 48 horas recorriendo Barcelona. Hoy caminaré unos 15 kilómetros por la ciudad. No seré entonces el mismo que soy ahora". Otro amigo, avisado de mi interés por escribir sobre este asunto, me envía este "estado" que igual es inventado, pero que como ejemplo de "postureo" no me negarán que es de un valor indiscutible: "El tuit anterior lo inspiran, además de Hitchcock, el shock estético de la temporada 2 de HANNIBAL & el sadismo barroco del último episodio".