Image: Oinc, oinc

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Opinión

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3 octubre, 2014 02:00

Thomas Bernard, Jorge Carrión, Pep Tosar y Alberto Rodríguez

Esta semana en que escribo la revista El Jueves ha parodiado en su portada un asesinato por decapitación del llamado Ejército Islámico. Un chiste básico que presenta a Gallardón de víctima y a Rajoy de asesino. El Jueves se suma así a las parodias de los asesinatos que han circulado desde que el periodista Foley fue decapitado. La revista ha tenido varios contactos con la violencia islámica. Hace algunos años, cuando en otras publicaciones europeas se inició un movimiento de solidaridad con el diario danés Jyllands-Posten, amenazado por publicar caricaturas de Mahoma, El Jueves publicó una portada que decía: "Íbamos a dibujar a Mahoma… ¡pero nos hemos cagao!" Ahora se han mostrado más valientes. La libertad lo celebra. Por lo demás la parodia de los asesinatos era perfectamente esperable. Yo mismo, que no acierto una, se lo dije a mis próximas: a ver cuánto tardan en hacer un desfile de moda en el escenario.

Es difícil resistirse a la escenografía dispuesta por el Ejército Islámico, a su inquietante minimalismo y a la replicación incansable. La imagen se beneficia, además, de la decisión que tomaron los medios de no difundir el vídeo completo de la decapitación. Se negaron a eso pero publicitaron la imagen de la víctima arrodillada con su asesino, lo que ha acabado traduciéndose en una cierta decapitación fáctica y conceptual. Estos son los peligros de hacerse el sensible: las parodias no se habrían evitado por completo, pero se habrían reducido.

Es fácil imaginar lo que habrán pensado los familiares de las víctimas ante la conversión de la atrocidad en alguna variante del humor. Sin embargo, tampoco para el terrorismo hay buenas noticias: su estrategia de terror por la propaganda no puede con el gran cerdo mediático, que todo lo procesa impasible.