Gonzalo Torné

Todos los territorios (y los habitantes que viven en ellos) parecen condenados a desarrollar algunos tópicos. Y la Red, pese a tratarse de un espacio virtual, no iba a ser menos. Si los ingleses son puntuales, los estadounidenses desenvueltos, los franceses reservados y los alemanes tenaces, sobre los usuarios de la Red planea el prestigioso supuesto del "pensamiento colectivo". Gracias a las facilidades de comunicación que nos ofrece el mundo virtual se supone que allí estamos de continuo: "conectando personas, ideas y proyectos". Pero como la experiencia nos dice que basta con pasar una semana en el extranjero para conocer bostonianos tímidos y alemanes descerebrados parece saludable poner en suspenso LA afirmación.



Quizás la página más popular fruto del "pensamiento colectivo" sea la Wikipedia, que en ocasiones parece una suerte de oráculo de Delfos adaptado a los tiempos actuales y capaz de saciar "casi al instante" (según la calidad del sacrificio que ofrezcamos a las divinidades de la conexión) nuestras inquietudes.



Pese a las reticencias puntuales que despierta (acusaciones de imprecisión o de redactados chapuceros) la Wikipedia (sin la que tantos dicen que ya no sabrían pasar) parece una de las "obras" más logradas del pensamiento colectivo, y también el sitio ideal para analizar sus limitaciones.



Para no andarme por las ramas le sugiero al lector que busque alguna página dedicada a un asunto de actualidad: ya sea la cancelación de una instalación en el centro Barbican de Londres por considerarla demasiado racista (pese a que su intención era la contraria), la expansión del ébola, la reclusión de Ai Weiwei o la polémica decisión tomada por varios editores de no publicar la última novela de Martin Amis por tomarse (según ellos) el nazismo a pitorreo.



Muchos de estos artículos están en "discusión", lo que significa que Wikipedia nos emplaza a que leamos textos que en ocasiones alcanzan las doscientas páginas. Y cuyo tono varía desde la argumentación ordenada hasta el insulto, pasando por toda clase de modelos de discusión intermedios: erudita, sosegada, de bar, callejera y la propia de un vestuario masculino. El resultado suele ser un fárrago ingobernable.



He escogido a propósito asuntos controvertidos y todavía irresueltos porque es en estos lances donde de verdad apreciamos la calidad de un pensamiento: en su capacidad para fijar procesos que todavía están en movimiento y en aventurar su desarrollo futuro. La Wikipedia acusa el lastre de no disponer de una mente capaz de tomar decisiones basadas en su propio criterio y riesgo (tanto es la reticencia que ni siquiera reconocían la autoridad de Philip Roth cuando el novelista protestó al descubrir que habían vinculado a uno de sus personajes con un modelo real equivocado).



A los esfuerzos sumados de los voluntarios se les da bien (uno diría que estupendamente) trasladar a toda velocidad datos ya acopiados a nuestra pantalla, y también calcular, medir y pesar. Pero cuando se trata de ofrecernos una visión manejable y definida de un fenómeno en marcha se demuestra que a estos proyectos colectivos lo de pensar de manera eficiente se les da justito.

La metáfora como lío

¿Y la enciclopedia francesa, que sin duda sí fue capaz de definir muchos fenómenos controvertidos, acaso no es una obra del "pensamiento colectivo"? Pues según la definición que manejan sus abogados defensores: no. El pensamiento o la inteligencia colectiva se caracterizan precisamente porque el producto final se ha elaborado mediante las acciones de un grupo, todo lo amplio que se quiera, pero que no ha llegado a interactuar entre sí, al menos según un plan previsto previamente o respetando una jerarquía, algo que nunca hubiese admitido Boileau. Según Stephen Johnson gracias al pensamiento colectivo "la Red terminará siendo un sistema nervioso global, un cerebro en el que cada internauta constituye una neurona para generar una inteligencia capaz de producir pensamientos e ideas por encima de la capacidad de las partes individuales". Nada menos. Igual antes de entregarnos al misticismo nos saldría más a cuenta intentar alcanzar acuerdos tolerables con la autoridad y el criterio.