Image: Intimidad histórica

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Opinión

Intimidad histórica

5 diciembre, 2014 01:00

Fernando Aramburu

Vistos desde el trigésimo piso de un rascacielos, los seres humanos, abajo, repartidos por la calle, no se distinguen unos de otros. Son masa móvil, elementos indistintos de un todo, hormigas. Es de cerca, considerados de uno en uno, cuando descubrimos los rasgos, vicisitudes, sueños, infortunios sobre los que se funda su naturaleza singular. Cada cual es, entonces, único y concreto; pero no por ello, contra lo que afirman algunos, menos social. Por fuerza, cuando uno expone su idea del hombre declara al mismo tiempo la distancia desde la cual lo observa. Cuanto más lejos se sitúe, mayor será la densidad totalitaria de su mirada. Verá sistemas, no caras individuales. Theodore Zeldin ha hecho una especie de juego malabar tratando como materia historiable aquello que cada hombre puede, si quiere, si le dejan, substraer a la historia común de la especie: su intimidad. El resultado es curioso y optimista.