Image: Los pasos del tiempo

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Opinión

Los pasos del tiempo

5 diciembre, 2014 01:00

El éxito en la Red (para desesperación de profetas) es algo bastante efímero, y aunque siempre resulta complicado calcular hasta cuando puede prolongarse una "moda" todo indica que Instagram goza de una salud estupenda. Tanto es así que por Internet circula un gráfico animado donde se nos asegura que si se imprimiesen todas las fotos que se suben a Instagram y se pusieran una encima de la otra formando una columna, cada 37 minutos alcanzaríamos la altura del Empire State Building, cada doce horas haríamos cima en el Everest, y nos bastarían seis días para salir de la atmósfera terrestre.

Si en lugar de formar columnas, esparciéramos las fotografías, el resultado sería una auténtica inundación gráfica. Pero no hay peligro: a nadie se le escapa que Instagram está pensado precisamente para guardar las fotos sin tener que imprimirlas, ahora que gracias a los medios digitales se multiplica (por el número que se quiera) la posibilidad de acumular fotografías.

En la medida que las fotografías son capturas de tiempo (o si se prefiere: ventanas abiertas a la luz de un instante ya pasado) no parece completamente fuera de lugar reflexionar sobre cómo Instagram (de consolidarse el éxito) podría alterar la percepción de nuestra temporalidad.

Un inciso: a propósito de Boyhood la crítica celebró la manera tan natural como la cinta retrataba los efectos del paso del tiempo. Lo curioso de la cinta era que no lo lograba dando un gran salto en la vida de los protagonistas (que es la mejor manera de percibir sus estragos), sino retratando la continuidad, el cambio paulatino.

Algo similar ocurre con las exposición de fotografías en la Red. La gente de mi generación (y los mayores, sin duda) todavía recuerdan las escasísimas fotografías que tenían sus abuelos, de manera que a veces en una sola imagen se condensaban amplios periodos de vida, y de relaciones. Lo que llamaba la atención eran los enormes espacios indocumentados, y perdidos, que se abrían entre fotografía y fotografía, como una suerte de metáfora de las fosas que también se forman entre las masas de recuerdos de nuestra memoria natural. Los "muros" de Instagram destacan, en cambio, por la prolijidad con la que documentan cada semestre, cada mes, cada semana de las vidas de sus usuarios. Por supuesto, que queda mucha existencia fuera, pero el resultado es una suerte de agenda o constatación gráfica de la continuidad.

Incluso la disposición de las fotos (que recuerdan a las losetas que pavimentan un camino, "el de la propia vida", diríamos, si la expresión no fuese desconsoladamente cursi) parecen pensadas no tanto para evidenciar el paso del tiempo, sino para ocultar sus fosas y discontinuidades; no tanto para exponer los cambios bruscos como para dar cuenta de las alteraciones paulatinas; no tanto para poner de relieve las transformaciones (la abuela o el padre contenidos en esta foto donde aparecen de niños como embriones de sí mismos), como para ralentizarlas y pausarlas: lo que no deja de ser una manera (infructuosa, claro) de simular que el tiempo puede retenerse.

Más allá de la vida privada

En este artículo nos hemos referido a los usuarios que emplean Instagram como una suerte de registro gráfico de "una parte" de sus vidas (me parece un poco tontorrón el argumento de que exhiben su "intimidad", algo que suele puede apresar quien la experimenta), pero lo usos son de los más variados. El lector puede consultar una considerable cantidad de premios que reconocen la calidad de las fotografías o el original empleo de la página. En su blog de marketing digital Noemí Santos señalaba algunos de los más curiosos: un hombre que fotografía a su perro en diversos escenarios y situaciones, un Instagram dedicado a varones dormidos en centros comerciales (mientras sus esposas compran), dos hermanos brasileños que recorren el país dando cuenta de murales callejeros de contenido crítico, o el estupendo Humansofny, que empezó queriendo ser un censo fotográfico de Nueva York, y ha terminado convirtiéndose en una caja de historias que va mucho más allá de las imágenes.