Image: Shakespeare desde lejos

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Opinión

Shakespeare desde lejos

20 febrero, 2015 01:00

Gonzalo Torné

Hace ya unos años Franco Moretti daba la sorpresa en el relativamente plácido campo de los estudios literarios publicando un libro, La literatura vista desde lejos donde reivindicaba una lectura de los textos basada en el estudio de sus "circunstancias materiales". Y aportaba mapas y diagramas y catálogos para ofrecer una historia, hasta cierto punto estadística, de la literatura y los géneros.

No tengo constancia de que la veta descubierta por Moretti haya sido explorada en exceso dentro de las departamentos universitarios. Pero en la Red encontramos muchísima "literatura vista desde lejos", esto es, desentendida de la estructura, de los personajes y de la psicología, del lenguaje y de las peripecias; dedicada a numerar, catalogar y situar los "materiales" que aparecen en ellas.

Para comprobarlo basta con fijarse en el autor que parece ser hoy por hoy la medida de todas las cosas: William Shakespeare, de quien no vamos precisamente faltos de páginas que abordan las "circunstancias materiales" de sus obras. Sin pretensión de ser exhaustivo se pueden consultar mapas donde se sitúan las localizaciones de las escenas de todas sus obras, un detallado herbolario de plantas medicinales (y las enfermedades contra las que son efectivas), un catálogo de armas, una lista de fallecidos, y en Folkways han elaborado una lista de sus canciones (musicadas e interpretadas), algunas de las cuales, como "Noche de reyes" o "Cómo gustéis", dramáticamente relevantes.

Conviene señalar aquí que los motivos de Moretti no eran en ningún caso ociosos, ni siquiera simpáticos. Su libro atacaba al mismo tiempo a la crítica ensimismada en el texto ("la literatura de cerca") y la crítica ebria de cualidades espirituales (de corte romántico), y criticaba a ambas por el mismo motivo: haber olvidado las condiciones de producción de los textos y sus circunstancias materiales; desde una perspectiva marxista Moretti acusaba a estas dos escuelas hasta cierto punto enfrentadas de desatender las condiciones políticas de las obras; en el convencimiento de que si prosperaba su método la literatura sería una herramienta política (de análisis o de transformación) más efectiva.

Ahora que en la Red proliferan esta clase de páginas dedicadas a ver "la literatura desde lejos", por mucho que uno simpatice con la especialización y la dedicación de sus gestores, se acrecientan las dudas de que estos catálogos de pájaros y hierbas medicinales, que este acopio de canciones y mapas y diagramas, de que toda esta "literatura de los aledaños" tenga el menor efecto o significación política. Más bien parece contribuir a adormecerlo, y nos recuerda que cualquier análisis, incluido el de las "condiciones materiales de producción", lo que precisamente requiere es mucho, muchísimo, espíritu.

Forzando un poco el argumento se podría decir que Moretti hubiese podido deducir lo que hoy es ya es evidente en la Red leyendo al más firme partidario de identificar las novelas con "cuentos de hadas", ajenas por completo a la historia y a la sociedad: Vladimir Nabokov. Quien de manera muy consecuente dedicó buena parte de sus cursos a dibujar trenes, catalogar enfermedades nerviosas, trazar diagramas sobre el recorrido de los personajes y distinguir entre escarabajos y cucarachas.

En el jardín de Shakespeare De todas las páginas-catalogo sobre Shakespeare desperdigadas por la Red mi favorita es: Shakespeare's Ornithology, dedicada a los pájaros que de manera real (dentro de la ficción) o como emblemas revolotean por sus obras. Los autores de este estudio ornitológico no se limitan a listar todos y cada uno de los mencionados (y a identificarlos, pues en ocasiones era dudoso a cual se refería Shakespeare), sino que entresacan muchas citas, señalan cuando el uso simbólico del pájaro proviene de la cultura popular, de la imaginería culta o se trata, como sucede con tanta frecuencia cuando anda Shakespeare involucrado, de un hallazgo más o menos inspirado. La página se completa con la exploración de cuáles eran las relaciones entre los londinenses con los animales en tiempos de Isabel. Desde luego la página no tiene el menor filo político, pero no deja de ser impresionante la capacidad de saberes especializados que admite un mundo ficticio tan denso como el imaginado por Shakespeare.