Image: La evolución del trol

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Opinión

La evolución del trol

22 mayo, 2015 02:00

Gonzalo Torné

En esta sección estamos bastante a favor de considerar la Red no tanto como algo estable sino como un conjunto variable de hábitos y normas, algo así como un mundo al lado del mundo. Y aunque sabemos que si hay algo plástico y perecedero es el sentido de las palabras nuevas me ha sorprendido bastante que términos específicos de Internet hayan modificado en un periodo de tiempo relativamente breve su significado.

Es el caso de una figura muy popular el trol, que remite de manera inmediata a un monstruo escandinavo representado de cien maneras distintas en la cultura popular, pero siempre con el mismo denominador común: una criatura tan maliciosa como repugnante. En los últimos años el trol parece asociado a una clase de odiador personal que se manifiesta con el propósito de acosar o de revelarle al mundo lo pésimo escritor, cineasta, DJ, o tuitero (algunos enconos se despliegan a una escala muy reducida) que es el objeto de sus desvelos: el trol es anónimo, pero para nada discreto.

Me había hecho a la idea de que el acosado emplea la expresión trol como una venganza ante la impunidad del ataque: una manera de degradar la mente y el físico de quien le acusa, dando por hecho que se trata de un monstruo.

El caso es que el origen del trol (y de su actividad distintiva: el troleo) no es algo tan enconado. Al principio se trataba más bien de personas que empleaban el anonimato para entrar en un foro de discusión, una sala de chat o en los comentarios de un blog con el ánimo de reventar la conversación. La Wikipedia, con su peculiar sistema expresivo lo refleja así: "persona que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, con la principal intención de molestar o provocar una respuesta emocional en los usuarios y lectores, con fines diversos y de diversión: confundir y ocasionar sentimientos encontrados". Cuando el lector se recupere de esta zozobra semántica añadiré que este trol embrionario a lo que más se parece es al aguafiestas.

Aunque la primera referencia a un trol apunta a las criaturas escandinavas (se la debemos a Mark Miller, en 1990, amonestando a un tal Tad: "Eres un terrible despilfarro de recursos naturales, reintégrate a la cadena alimenticia, por favor, estúpido trol flatulento"), hay quien considera que proviene del verbo "troll" una técnica de pesca que consiste en barrer el fondo del mar con una red para extraer de manera poco selectiva (incompatible con el odio) tanto pescado como se pueda. Lo que buscaba el trol era que otros usuarios "picasen su anzuelo".

Esta etimología parece más acorde con un trol desentendido del encono personal y entregado a algo parecido al sabotaje, e invita a pensar en esos "fines diversos", quizás no todas sus motivaciones fuesen destructivas. Pero como el asunto es delicado y merece más espacio termino el artículo animando a los historiadores de la Red a que se pongan a trabajar, les auguro más futuro que a los profetas.

Crossover

No he podido establecer de manera indiscutible qué escritor domina el mundo de la Fan-fic (las historias alteradas o secuelas que los aficionados escriben sobre sus personajes favoritos) pero sin duda Jane Austen estaría en las primeras posiciones. En la simpática página "El sitio de Jane" (http://janeausten.org.es/fanfic.xhtml) ofrecen un amplio listado de obras en castellano (adaptaciones de la vida de Lizzy en Argentina; un spin-off de Darcy; un what if en el que Lizzy no acude al baile de Netherfield; además de los presumibles finales alternativos) y en inglés (en una de ellas se escribe con el compromiso de imaginar siempre al personaje protagonista con el rostro de Colin Firth). La información más sorprendente de la página quizás sea la revelación que nos hace el autor con el ánimo de mostrar que esto de la fan-fic viene de muy lejos: la existencia de un universo alternativo, en papel, en el que las heroínas de Austen vivían aventuras con Sherlock Holmes, el detective-dandy Lord Peter Wimsey y con el mismísimo ¡Tarzán!