Gonzalo Torné

Goodreads es una red social compuesta de lectores que exponen y valoran sus lecturas. El usuario puede recurrir a un código de estrellas (hasta cinco y con la particularidad de que ningún libro puede quedarse a cero, aunque sí abandonarse), y donde quien se sienta inclinado a la flexión intelectual puede razonar su juicio y contar su "experiencia de lectura".



A mí la página me sirve no tanto para decidirme a leer una novedad sino para que me descubran autores poco reseñados o reseñados en unos términos poco estimulantes, por no decir rutinarios. Más que ir a ver qué se dice de un libro en concreto prefiero seguir a unos cuantos lectores activos y de confianza (digital) a ver si me estoy perdiendo algo.



Dadas mis prioridades no deja de sorprenderme que los usuarios se lancen a comentar no ya libros del siglo XIX sino también clásicos mucho más lejanos. "¿Qué me importa a mí lo que Pepito piense de la Ilíada, un libro que no puede estar más asentado, qué clase de información me está dando cuando le concede tres estrellas?".



A lo que desde luego se me podría contestar: "¿Pero qué prejuicios más tontos son estos: no son clásicos precisamente porque resisten lecturas contemporáneas? ¿Y por qué tendría la gente de privarse de decir qué le ha parecido Hamlet?". Y aunque, afecto como soy a mis prejuicios, preferiría que Goodreads tuviese un sistema de colores para cada sesquicentenario, reconozco que mi inquisidor tiene buena parte de verdad.



¿Y qué dicen del Quijote los más de medio millón lectores? Los comentarios se pueden dividir en tres amplios grupos: los que se adornan para confirmar la experiencia por la que han pagado y que estaban buscando ("obra maestra, no hay palabras..."), los que se dan el gustazo de castigar a Cervantes con una estrella (por pesado, por raro, por antiguo, por no ir al grano...) y el amplio grupo que trata de dar una "opinión personal". Una amplia mayoría de estos comentaristas dicen cosas rarísimas y desacostumbradas, disparates e ingenios muy variados, como si estuviese ya muy debilitada la orientación común que solíamos llamar "tradición".



En contraste con esta libertad de opiniones ante los clásicos, si uno explora ahora qué se dice en Goodreads de libros contemporáneos muy puntuados (Jesús Carrasco, Milena Busquets o Rafael Chirbes) sorprende la enorme coincidencia de la mayoría de los comentarios, como si los lectores hubiesen asimilado y repitiesen el envoltorio "crítico" con el que los libros salieron de sus respectivas editoriales, y que se da por supuesto incluso cuando se discute el valor de la novela.



Es como si en paralelo a la inhibición del marco cultural que proporcionaba un orientación de lectura común para clásicos como el Quijote, las novedades (que solían llegar a manos y a juicio de lector como objetos más o menos misteriosos) lo hagan ahora rodeadas por el zumbido replicante de cientos de blogs y decenas de revistas digitales, o dicho de otro modo: blindadas por una "tradición instantánea" que incardina la lectura, y que nos deja muy poco margen de maniobra.



@IAjena

Domino

Por elegante y sutil me veo casi forzado a sugerirles que visiten este tumblr: http://domino-domino.tumblr.com/, basado en una sencillísima premisa: cada mes uno de los editores propone una imagen y el resto va respondiendo con nuevas imágenes que remiten a la precedente y conversan con las anteriores. Pasados los treinta días se vuelve a empezar. El ingenio de los responsables es sobresaliente, osado y variadísimo, y me reconcilia con el arte "en cadena". Al compararlo con intentos parecidos en literatura (poemas y novelas también "en cadena") me pregunto si cuando se trata de palabras la dificultad o la insatisfacción no vendrán de lo que Benet llamaba el "sustentáculo" que no es otra cosa que la inevitable carga semántica de todo idioma: que impone una expectativa de sentido concreto y una trama más exigente entre frase y frase, y que dificulta muchísimo la manera sutil y alegre con la que los responsables de este tumblr saltan de una imagen a otra, tan desenvueltos, sin que se resienta para nada su coherencia.