Image: Esa alucinación del ego

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Opinión

Esa alucinación del ego

12 junio, 2015 02:00

Agustín Fernández Mallo

Hace días, cenando con el artista Bernardí Roig (de quien, por cierto, recomiendo vivamente su exposición Poets, 99 hombres y una mujer barbuda, abierta en la galería Max Estrella), me contó una anécdota maravillosa. En su primer viaje al continente africano, en algún lugar cuyo nombre ahora mismo se me escapa, ofertaban al turista un breve viaje en globo, que él contrató. Pero fletaban dos globos al mismo tiempo, que ascendían paralelos "para que te vieras a ti mismo en el otro globo". Dicho de otro modo, para que te hicieras una idea de cómo te vería alguien en ese instante, cómo te vería alguien si pudiera verte allá en los cielos. Tal anécdota, que parece entresacada de algún pasaje de Lezama Lima, responde también al porqué de las Torres Gemelas: una vez dentro, mirar por una ventana y verte a ti mismo en la otra Torre, en otro lugar que al mismo tiempo es igual al lugar en el que te encuentras. Todo ello tiene que ver con uno de los principales temas de preocupación de las sociedades contemporáneas: la identidad, a mi juicio esa alucinación del ego.

La primera vez que fui llamado para firmar en la Feria del Libro de Madrid fue en 2005, a la que acudí con un poemario recién editado, Joan Fontaine odisea. Siendo un total desconocido, creo recordar que firmé unos 20 ejemplares (aunque no se fíen porque es la cifra que decimos todos los autores cuando firmamos nada o casi nada). El caso es que aquel año experimenté lo que año tras año se me repite: saber por fin cómo se sentían los muñecos de las casetas de las ferias a las que, de pequeño, acudía para ver si con la escopeta de balines conseguía llevarme alguno a casa. Me gusta firmar, claro que sí, pero siempre hay un instante en el cual te cuestionas qué demonios haces allí dentro y quién eres, si un autor o un muñeco. Lo dicho: la identidad, esa alucinación del ego.

@FdezMallo