Imposible no empezar con un recuerdo a Rafael Chirbes, tan admirado por mi, y tan querido. Además de un escritor total, de un lobo solitario, desencantado de todos y de sí mismo, Chirbes era un hombre frágil, alérgico a la luz, era... como se mostraba pocos meses atrás en uno de sus correos privados a su confidente en este Cultural: "Estoy empachado de mí mismo. Harto de verme, de oírme, y tras cumplir con la cortesía informativa del premio -esos días en los que he hablado y hablado y creía que ya no iba a poder dejar de hablar-, regreso a la clandestinidad. He prometido ante la tumba de mis antepasados que no volverán a verme la cara hasta que no salga -si es que sale- un nuevo libro".



Tras el error Zapata, Celia Mayer llegó a la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Madrid envuelta en suspicacias. Sin embargo, Mayer (a quien no tengo el gusto) se está rodeando bien. Con nombres culturalmente de peso, como Jesús Carrillo (hasta ahora en el museo Reina Sofía) y Santi Eraso (ex director de Arteleku). Poco que ver con el que Cifuentes ha tenido que poner al frente de la Direccion General de Promoción Cultural en la Comunidad de Madrid, Jaime de los Santos.



Sin llegar a la tecnofobia de Vargas Llosa, Eco o De Prada, Jonathan Franzen sabe cómo renegar de las redes y conseguir al tiempo que le promocionen. En pleno lanzamiento de Pureza ha vuelto a recordar hasta qué punto twitter le irrita; que los "me gusta" de facebook "están destruyendo el amor del mundo real" y que Amazon aniquila la cultura literaria y "deshumaniza a los escritores". (¿Contará un día Franzen de dónde viene su obsesión con Amazon?). Internet arde en insultos al autor, más en alza que nunca, claro. ¿Estrategia?



Mejor, más sutil, que la empleada por los herederos y los editores de la primera secuela de Millenium, impulsores de un lanzamiento obsceno. Incluso la televisión pública, tan mezquina con la cultura, dedicó demasiados minutos a lo que sólo es marketing. Y todo con la impostura de hacer creer que a Stieg Larsson le hubiese encantado que el autor de la biografía de un futbolista le suplantara en la obra de su vida. ¿Cómo se repartirán los derechos de este enjuague publicitario?